domingo, 29 de enero de 2023

Oración - Súplica Ardiente a Los Santos Ángeles

¡Dios Uno y Trino, Omnipotente y Eterno!

Antes de suplicar a Tus siervos los Santos Ángeles, nos postramos ante Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo!

 

¡Bendito y alabado seas por toda la eternidad, y que todos los Ángeles y hombres que has creado Te adoren, Te amen y Te sirvan, oh Dios Santo, Fuerte e Inmortal!

 

Y tú, María, Reina de todos los Ángeles, acepta benigna las súplicas que dirigimos a tus siervos y preséntalas ante el trono del Altísimo, tú que eres la omnipotencia suplicante, la medianera de las gracias, a fin de que obtengamos gracia, salvación y auxilio. Amén.


 

Poderosos Santos Ángeles, que nos fuisteis concedidos por Dios para nuestra protección y auxilio, os suplicamos en el nombre de Dios, Uno y Trino:

 

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos en nombre de la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesucristo:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos por el poderosísimo Nombre de Jesús:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos por todas las llagas de Nuestro Señor Jesucristo:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos por todos los martirios de Nuestro Señor Jesucristo:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos por la santa Palabra de Dios:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos en nombre del amor de Dios por nosotros pobres:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos en nombre de la fidelidad de Dios con nosotros pobres:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Os suplicamos en nombre de la misericordia de Dios con nosotros pobres:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos en nombre de María, Reina del cielo y de la tierra:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos en nombre de María, vuestra Reina y Señora:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos por vuestra propia bienaventuranza:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos por vuestra propia fidelidad:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos por vuestro propio combate por el Reino de Dios:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

 

Os suplicamos:

– ¡Cubridnos con vuestro escudo!

 

Os suplicamos:

– ¡Protegednos con vuestra espada!

Os suplicamos:

– ¡Iluminadnos con vuestra luz!

Os suplicamos:

– ¡Salvadnos bajo el manto protector de María!

Os suplicamos:

– ¡Guardadnos en el Corazón de María!

Os suplicamos:

– ¡Colocadnos en las manos de María!

Os suplicamos:

– ¡Mostradnos el camino que conduce a la puerta de la vida: el Corazón abierto de Nuestro Señor!

Os suplicamos:

– ¡Guiadnos seguros a la casa del Padre Celestial!

 

Todos vosotros, nueve coros de los espíritus bienaventurados:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

Vosotros, especiales compañeros que Dios nos ha dado:

– ¡Daos prisa en socorrernos!

¡Apresuraos, socorrednos, os suplicamos!

 

 

 

La Sangre preciosísima de Nuestro Señor y Rey fue derramada por nosotros pobres:

¡Apresuraos, socorrednos, os suplicamos!

El Corazón de nuestro Señor y Rey palpita de amor por nosotros pobres:

¡Apresuraos, socorrednos, os suplicamos!

 

El Corazón Inmaculado de María, la Virgen Purísima vuestra Reina, palpita de amor por nosotros pobres:

¡Apresuraos, socorrednos, os suplicamos!

 

San Miguel Arcángel, Tú, príncipe de los ejércitos celestiales, vencedor del dragón infernal, recibiste de Dios la fuerza y el poder para aniquilar, mediante la humildad, la soberbia de los poderes de las tinieblas. Te suplicamos nos ayudes a tener una verdadera humildad de corazón, una fidelidad inquebrantable para cumplir siempre la voluntad de Dios y la fortaleza en el sufrimiento y en la penuria. Socórrenos para que no desfallezcamos delante del tribunal de Dios.

 

San Gabriel Arcángel, Tú, Ángel de la Encarnación, mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos también a las suaves exhortaciones y llamadas del Corazón amoroso de Nuestro Señor. Te suplicamos que estés siempre delante de nuestros ojos para que comprendamos bien la Palabra de Dios, la sigamos, la obedezcamos y cumplamos lo que Dios quiere de nosotros. Ayúdanos para que alcancemos una vigilante disponibilidad de modo que, cuando el Señor llegue, no nos encuentre durmiendo.

 

San Rafael Arcángel, Tú, flecha de amor y remedio del amor de Dios, te suplicamos, hiere nuestro corazón con el amor ardiente de Dios y haz que esta herida nunca se cure de modo que en la vida cotidiana también vayamos siempre por el camino del amor y todo venzamos a través del amor. ¡Socorrednos, poderosos hermanos santos, compañeros nuestros en el servicio ante Dios.


Defendednos de nosotros mismos, de nuestra propia cobardía y tibieza, de nuestro egoísmo y avaricia, de nuestra envidia y desconfianza, de nuestro afán de saciedad, de bienestar y de ser admirados. 


Desatadnos de las ataduras del pecado y del apego a las cosas terrenas. 


Quitadnos de los ojos la venda, que nosotros mismos nos hemos puesto para no tener que ver las necesidades que nos rodean y poder así, tranquilamente, contemplarnos y compadecernos de nosotros mismos. 


Clavad en nuestro corazón la espina de la santa inquietud por Dios para que no cesemos de buscarle con anhelo, contrición y amor. 


Contemplad la Sangre de Nuestro Señor derramada por nuestra causa. 


Contemplad las lágrimas de vuestra Reina, lloradas por nuestra causa.


¡Contemplad en nosotros la imagen de Dios, que Él imprimió amorosamente en nuestra alma, y que ahora se encuentra desfigurada por nuestros pecados! 

¡Ayudadnos a conocer y adorar a Dios, amarle y servirle! 


Ayudadnos en el combate contra los poderes de las tinieblas que nos acechan y asedian furtivamente. 


Ayudadnos para que ninguno de nosotros se pierda y un día estemos reunidos jubilosamente en la eterna bienaventuranza. 

Amén.

 

Durante la novena rezamos por la mañana la Súplica Ardiente y durante el día invocamos muchas veces a los santos Ángeles:

 

San Miguel, asístenos con tus Ángeles, ¡ayúdanos y ruega por nosotros!

San Rafael, asístenos con tus Ángeles, ¡ayúdanos y ruega por nosotros!

San Gabriel, asístenos con tus Ángeles, ¡ayúdanos y ruega por nosotros

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